DISEÑO QUE INSPIRA: CREADORES VISUALES DE ASIA Y MEDIO ORIENTE
Sakiko Nomura: una poeta de la intimidad
Por FERNANDA TAPIA

Sakiko Nomura nació en 1967 en Shimonoseki, una ciudad costera en la prefectura de Yamaguchi, Japón. Crecer rodeada por el mar y contemplar atardeceres intensos moldeó profundamente su sensibilidad visual. Esa atmósfera, en la que el día se disuelve lentamente en la oscuridad, se transformó en un elemento central de su trabajo fotográfico.
A los 18 años descubrió su vocación por la fotografía y estudió en la Universidad Kyushu Sangyo, donde se graduó en 1990. Durante sus años de formación comenzó a explorar el cuerpo humano a través del desnudo, lo cual marcó un camino estético propio, lo que atrajo a muchos colaboradores y estableció las bases de su enfoque artístico. Tras terminar sus estudios, trabajó como asistente del célebre fotógrafo Nobuyoshi Araki. De él aprendió a observar más allá de lo evidente y a capturar emociones íntimas con un enfoque cargado de sensibilidad.






El universo visual de Sakiko Nomura se construye a partir del contraste entre la luz y la sombra. Sus imágenes no buscan mostrarlo todo, sino sugerir: una silueta entre penumbras, una mirada suspendida en la intimidad, un cuerpo apenas delineado por un haz de luz. El blanco y negro predomina en su obra, no por una cuestión estética superficial, sino porque potencia el carácter introspectivo de sus composiciones.
Aunque fue influenciada por el enfoque provocador de Araki, Nomura desarrolló una mirada más contenida y emocional. Su estilo se aleja del escándalo y se acerca más a la contemplación, revelando lo frágil, lo melancólico y lo bello de lo efímero. Sus temas van desde el retrato masculino hasta la naturaleza, los animales o los paisajes urbanos, todos tratados con una poética visual coherente.


















Entre sus trabajos más destacados se encuentran series como Night Flight (1993), Kuroyami (2008), Tsukiyo (2011) y Moonlight (2012). En Night Flight, por ejemplo, los cuerpos se funden con la sombra en un juego visual donde la identidad se vuelve ambigua, y lo importante no es quién aparece, sino la emoción que transmite su presencia fugaz.
Kuroyami —que en japonés significa “oscuridad total”— propone un viaje introspectivo donde las figuras parecen emerger desde un abismo silencioso. En Tsukiyo y Moonlight, la luz lunar se convierte en cómplice del fotógrafo, iluminando sutilmente la escena y dotándola de una atmósfera casi sagrada.
Todas estas series comparten un hilo conductor: una estética contenida, emocional, y profundamente sensorial, donde lo que se oculta muchas veces dice más que lo que se muestra.
Sakiko Nomura ha expuesto su obra en museos y galerías de Japón, Europa y Estados Unidos, consolidando su lugar dentro de la fotografía contemporánea japonesa. Su enfoque ha aportado una nueva mirada sobre el cuerpo masculino en el arte, desafiando estereotipos y proponiendo una representación más íntima y humana.
En 2025, la Fundación MAPFRE en Madrid le dedicó una exposición retrospectiva bajo el título Tierna es la noche, que permitió recorrer su evolución artística y su forma única de explorar temas como el deseo, la vulnerabilidad y el paso del tiempo.
Nomura no solo ha influido en una nueva generación de fotógrafos, sino que también ha ampliado los límites de cómo se puede hablar de lo íntimo, lo erótico y lo cotidiano con elegancia, profundidad y respeto. A través de su lente, nos invita a mirar más despacio, a sentir más allá de lo que se ve, y a aceptar la belleza que habita en lo fugaz.
Si quieres conocer más de su trabajo, aquí te compartimos su página oficial y encontrarás también sus redes sociales en el siguiente apartado.
